lunes, 6 de diciembre de 2010

Un Relato DeGuerra, Un Poema y Un Cuento. parte 2

La Poesía Es Una Dama y Algunos Medios Una  Mier...
 "Me dedique desde muy joven con verdadero fervor a la POESIA, a través de mi larga experiencia, en ese campo del arte, he llegado a convencerme de lo siguiente:
No soy la famosa escritora que deseaba ser cuando era niña y estoy segura  que los triunfos  literarios mas completos y celebrados no proporcionan al escritor o al poeta el inmenso goce que algunos suponen.
Hay que pagar un precio demaciado alto, sin embargo, la poesía es una dama y hay que hacer supremos sacrificios  para servirle ".    Claudia Lars

En Berlín, por los años de 1978, entre las fincas de cafe, donde las horas se calculan mirando al sol y el espinazo de los dias tiene diferentes cantos, empezé mis primeros versos, escribi mi primera historia de amor y la primera novela de miedo.
_Que aprenda a trabajar ese vago, a sembrar milpa y a cocechar frijoles_Dijo Un dia Ulises el hermano de mi madre y quien mas alla de sus sembradillos no conocía nada.
_Un dia el mundo me conocera como el poeta, como el escritor de tantos misterios_Me dije.

En mi adolescencia   inicié mi vida laboral en uno de los bancos de la capital, hice teatro  e intenté el periodismo por si acaso. Tambien hice teatro y me di cuenta que la literatura era parte de mi, como la carne amis huesos, como algo mio,  a lo que no podía escapar.
Una tarde renuncie a los trajes de banquero, a los cortes de cabello  y con un beso en la frente a mi madre le dibujé un adios,  a mi mujer  le dejé en los labios un volvere pronto, y abrazé a mis hijos para llevarme en los ojos el retrato de ellos, .Mexico,  San Francisco, Miami, fueron algunos lugares, regrese  a San Salvador  meses despues un poco desconcertado ¿Donde estaban mis compas de letras? ¿En que guarida se habian metido?
Llegue mas tarde a New York, donde por  alguna razón inexplicable decidi quedarme, quizas el saber la existencia de grupos de arte.
Me acerque a sus egoismos, a sus conflictos, a sus nada futuro y a sus ir a ningun lado en las rutinarias reuniones. y me hice a un lado sin comrender  ese cancer  nauseabundo en nosostros ¿Porque es tan dificil reconocer el exito de otro? Decir un exelente, que buen trabajo, un felicidades y vivir el triunfo de el como hermanos.
Pense en aquellos días de mi niñes, cuando soñaba verme en las principales páginas  de una revista famosa  o en las  de un periodico de prestigio, embelesando las miradas con versos e historias.
Mas tare me di cuenta lo equivocado que estaba, los medios no eran mas que guias  de anuncios de comida y buscar el apoyo de los mal llamados "Empresarios Salvadoreños" era como llevar un burro a la iglesia y esperar que este le entendiera al curita.
Comprendi entonces a Claudia Lars, la poesía es una Dama y hay que hacer supremos sacrificios, el precio que pagamos a veces es muy alto y aunque no he ganado nada por lo que hago, la poesia de alguna manera me ha salvado y nadie, mas que yo podra entender esa parte... (romeo molina )

Versos Artesanos


Escribo versos Tímidos
sembrados en las riveras blancas de los cuadernos
poemas sin talleres
dictados de mi alma
como parto poético de mis manos
sentimientos con errores ortograficos
con s de mas y acentos ignorados.
puntos y comas mutilados
asi escribo yo
mis versos artesanos.  (Romeo Molina)
 Se Lo Llevó La Boriqua ( Relatos de guerra)

Parecían ojos del mas allá la noche  de las luciérnagas en las esquinas de Gotera, la luna y las estrellas se movían de un lado a otro vestidas de minifaldas azules y el eco de los sapos en los charcos la poblaban de sonidos y misterio.

Un farol callejero iluminaba la casa de Tomasa, una boriqua que había llegado a la ciudad de vacaciones desde Ponce Puerto Rico, pero flechada por el calor del pueblo oriental se había quedado a vivir para siempre. Ella era el tormento del Sargento Pérez y la pena  del Guerrillero Paulino Rojas.

Para el sargento,  su vida era  como un automóvil  conducido por ella,  él, solo era un pasajero llevado a ninguna parte.
_El sargento se está  ablandando – Decían los soldados riendo a sus espaldas.
Era menos rudo desde que la amaba, más comprensible y buena gente, las  canciones de las que antes se burlaba  lo hacían suspirar.

Por las madrugadas hacía esas caminatas hacia las esquinas de la casa  y se pasaba con el fusil entre las piernas acurrucado, mirando a la ventana, esperando que ella se  asomara  a través de los cristales y le ofreciera  una sonrisa.
Por la mañana, ella recogía del portal de su casa dos regalos, un ramo de flores silvestres cortadas del cerro y una rosa roja robada de alguna casa de la ciudad, ella   reía. _¡Coño! Estos tipos sistán pal carajo.

Paulino Rojas bajaba antes de la salida del sol, dejaba un ramillete de guirnaldas junto a su puerta y regresaba al cerro  cuesta arriba  escribiendo su nombre sobre las hojas caídas de los árboles. A veces dejaba cartas  errores ortográficos escritas en los lienzos de la tarde, redundantes, esperando que de tanto decirlas le abrieran una brecha y lo condujeran a sus brazos.
Él podía creer todo en cuestiones de amor,  nunca antes había amado como amaba a la boriqua, Tomasa, era  su primer amor.
La pensaba junto a él,   en la montaña,  donde el sol se resbala en las quebradas y  la muerte se pasea con  tambores por   caminos polvorientos.
Dos guerras  peleaban estos hombres, por  la patria y por el amor de una mujer ¿Como olvidar las veces en que la lucha los puso frente a frente? Rojas aun tenía en su camisa el agujero del plomazo que le metió el sargento  y el militar,  aun cojeaba de la pierna derecha por las esquirlas de una granada que le lanzó el guerrillero.

_A decil veldad los dos siestan guapos, pero no puedo aceptal_ Decía  presumiendo ser querida. Ella les hacía ver cosas que no existían y les hacía creer con coqueteos que tenían esperanza.  El sargento era más constante con los operativos en el cerro, queriendo  bajar un día con el cuerpo de Rojas arrastrado, contrario a  esto, regresaba con sus propios muertos sobre el lomo de los reclutas.
_Algún día me bajare de un buen tiro a ese  subversivo hijueputa _Se decía Peréz.
_Cuando caigan esos puestos militares,  ella será solo mía y juntos lotificaremos  el cielo para vivir los días que nos queden _ Decía el Guerrillero.
Quería darle al pueblo escrituras de libertad, comprar  una parcela en el cielo, para que los pobres sembraran estrellas y encendieran la luz de los sueños,  ver a los regimientos de rodillas ahogados en su misma sangre.
El sargento Pérez, quería incendiar el cerro para sacar como rata de sus madrigueras a los guerrilleros.  El invierno llegó al campamento mojando las palabras del guerrinche y  azotando con tormentas huracanadas  los montes. La muerte levantó la bandera en  las trincheras y los regimientos escupieron fuego por la rabadilla  del cerro.
_Un disparo por la patria y otra por la boriqua _Gritaba el Sargento subiendo la loma.
Nunca entendieron que el amor de Tomasa era un andar sin andar,  ahí no había causa,  pasos de un día pensando en el otro,  perra callejera de noches inconclusas.
Era fría, libre como las ratas de alcantarilla,  sin dueños,  llena de sombras y secretos,  era noche fornicada en los oscuros  deseos  del pueblo.

_¿Porque Rojas no mira a este lado? Aquí estoy yo que lo he amado desde siempre._ se quejaba  Meche,   compañera guerrillera  de Paulino,  le había salvado el pellejo muchas veces, no le importaba morir por él.
La Meche  ahogaba besos con silencios y moría en  las montañas de pena y desamor.
Había momentos  que  deseaba que un tiro de regimiento le abriera el corazón, para vaciar todo ese sentimiento  que le ahogaba.

 Rojas lo sabía ¿Pero qué podía  hacer? Su corazón era para la boriqua,  esas coqueterías de puta en celo lo  tenían bien pendejo.  Cada día dejaba la trinchera del campamento y bajaba clandestinamente, para dejar junto a la puerta, un ramillete de intenciones que cortaba en las laderas de su alma y un poema subversivo escrito con el pincel de  los montes.
Del cuartel,  un CD de boleros románticos  también llegaba a la puerta de la ingrata.
Los Temerarios, Eres Un Sueño,  La indiferencia de Vicente Fernandez, entre otros…
El desamor cabía en esos boleros y no se dieron cuenta que   había un tercero,  el Pelón Soriano,  vende madre, vagabundo sin oficio y borracho sin cantina. Dios no se equivoca, eran el uno para el otro. Llegó sin hacer fila y la  dejó apendejada.
Se comieron  en la cama y Tomasa  entregó  todo lo que había negado al guerrillero y al soldado.  Se dio cuenta  Rojas  y el Sargento,  y se atrincheraron en el mismo dolor  y por primera vez compartieron el mismo sentimiento. A Tomasa   le importaba   nada el dolor de los  pendejos y se reía.
_Yo no puedo hacel nada pol ellos, estoy panzona de este cabrón _Decía riéndose como una hiena que apesta.

¡Qué triste!  imaginarse a la boriqua revolcándose con otro, al pelón  le daba esas carnes blancas que siempre estuvieron en actitud de entrega, pero que nunca  llegaron y los vistió de tontos. Ese amor,  siempre fue un tal vez, un no puede ser y un no lo fue  desde el principio.
Desde la traición,  las flores parecían negras y las fresas amargas. Quedaron prisioneros  del llanto hasta que  recogieron el reguero de sus penas y decidieron   olvidarla. Rojas rompió el  boleto que tenía para ir al cielo y regresó a la tierra para abrazar su fusil, único compañero en su agonía.

El sargento Pérez se entregó al pecho de  los chupaderos,  llevó sus borracheras   a la trinchera,  la luna escuchó sus lamentos y miro a través de las piedras sus lágrimas  y,  de vez en cuando,  la noche pasaba frente a sus ojos vestida con  minifalda  intentando seducirlo. Las  luces  como prostitutas del pueblo le ofrecían ratos. él prefería los rincones oscuros, las esquinas de  una cantina, la soledad  del río que se crecía en sus ojos.  En la antesala de la mirada de Tomasa, no quedaron huellas, las paredes de su cuarto estaban manchadas con el semen  de otros,  sin imágenes, como  un  mercado abandonado.

_Mi sargento, le traigo un telegrama_ Le dijo un día el recluta Solano.
_¿Quien me lo manda? ¿Es  ella?
_No mi sargento, es  del cuartel.

Por órdenes del alto mando
Reúna a sus hombres  para acompañar a la tercera brigada de infantería de San Miguel a un operativo en el cerro.”

Y el sargento preparó su mochila, metió en ella las ganas de morir y engrasó su fusil,  en un agujero vacío dejó caer  su futuro  y se fue al frente del operativo.
Observó  la casa de Tomasa y susurró…
_ ¡Maldita! Si tan solo me hubieras querido un tantito, tu amor me salvaría hoy.
Miró  por última vez hacia la puerta por donde soñó entrar del  brazo con el amor y suspiró profundamente.
_ ¿ Esta bien  sargento? ¿ No quiere ir a matar a esos   hijos de puta? _Pregunto Solano.
_Hoy voy a  morir con esta pena en mis manos, moriré dando la espalda a lo que amo…Ojalá que una bala de olvido me atraviese el corazón.
En los cargadores llevaba   las ganas de morirse,  y se fue,  levantando  las faldas del cerro   buscando  a los  insurgentes.
Dos días antes…
Del pueblo llegó  un informante al campamento guerrillero.
_Viene un operativo  con apoyo de la 3ª brigada de San Miguel _Les dijo.
Las emboscadas estaban listas desde entonces  y las veredas estaban minadas, ansiosas de cercenar las piernas del batallón.

_Ahí vienen los perros del regimiento _Dijo  La Meche  apuntando  su ak 47,  y si muero este día, que lo digan en la prensa, que sufría de demencia por amarte_ Le gritó a Rojas.
_Perdóname, Tu  me hubieras   evitado ese dolor.
_Aun estamos a tiempo de querernos Paulino.
_Si salimos de esta Meche, Me rejunto con vos.
­Ella  sonrió  y él se acercó  para besar sus trenzas.
_¿Me lo juras Paulino?
_Te lo juro, te lo juro compañera.
Y se tendieron a la orilla de los desfiladeros  esperando al enemigo, sonaron mas abajo las trampas  explosivas  y se arrodillaron  las tanquetas.
Eran las 3:20  de la tarde cuando  empezó el enfrentamiento, ensordecedor  estruendo de  bombas y metrallas.
La noche cayó   iluminada con explosiones y los combates  continuaron por la madrugada,  antes del amanecer,  quedaba del batallón unos cuantos soldados  confundidos que  emprendieron  retirada ladera abajo.
Los guerrilleros recorrieron la zona de batalla para recoger a sus muertos y del ejército,  solo quedaban  una decena de soldados  muertos  bajo los cafetos.
Paulino buscó a la Meche,  la encontró viva,   con la cara ahumada y la ropa desgarrada por los espinos donde se arrastró tirando bala.
Juntos caminaron  observaron a los militares caídos y se detuvieron al ver  el cuerpo inerte del sargento Pérez, tenía el pecho pasado, en una mano el fusil y en la otra una fotografía de  Tomasa. Paulino se quitó la toalla que se había tirado al hombro y se inclinó para tapar el cuerpo de aquel hombre.

_¿Porque haces eso?
Rojas se quito la boina y la miro…
_Este hombre se dejó matar para no sufrir por esa maldita, a este se lo llevó la Boriqua.
_¿Porque sientes pena por él? Era un enemigo.
 Paulino   le echo el brazo y le dijo:
_Un escritor llamado Albert Camus  decía: “Cuando dos hombres son engañados por la misma mujer, se vuelven parientes.”
Se tomaron de las manos y subieron las laderas  al campamento.

Tres días después…
En la portada del periódico salió impresa la fotografía de un pelón encunetado en las afueras del pueblo, lo habían ajusticiado a balazos  durante la noche, decían que un guerrillero bajó de los montes y se lo llevó  arrastrado hasta las orillas.
La Boriqua, aun vive en el pueblo, trabaja en la cantina El Despertar,  propiedad  de un maricón llamado Rudy, ya nadie la respeta,  dicen que ahora es mas  Puta,  alcohólica y  fea, con celulitis  en el culo,  bien parida y  arruinada.

Pasado los días,  un periodista   se coló por el campamento y entrevistó a Paulino Rojas.
__¿Crees que ganaran la guerra?
_La ganaremos, el pueblo está con nosotros.
_¿Y del amor? ¿Qué me puede decir un guerrillero del amor?
Paulino puso el fusil a un lado y se tronó los dedos…
_No quiero hablar del amor, porque es hablar de una mujer a quien amé y de quien solo queda  un puñado de escombros,  hablar de ella, es querer resucitar un tema que agoniza, a  veces  el amor  como dice Neruda:
 Es buscarnos donde no existimos.
Y miro a   la Meche
Yo lo he encontrado al fin, aquí,  en medio de estos verdes montes,  y ahora voy por  un camino donde la felicidad me alcanza y me seduce.
Beso a la guerrillera  en los labios  y se fueron  buscando  un nido en la trinchera, para seguirse amando… y  seguirse amando.
(Romeo Molina )

Derechos reservados de Vocesylibertad con la autorización de Romeo Molina, autor del libro El Amor Y Un Fusil de donde ha sido tomada esta historia...